Tus ojos se quedan hipnotizados ante el blanco inmaculado de ese lienzo. ¿Cuál extraño fenómeno emergente, que surge tan novedoso, sorprendente e impredecible, te lleva a ese estado hipnotizador? ¿será ese caos de color que explota del mismo?  ¿o será su interior, que te transmite, que te llena, y que solo tu puedes vislumbrar?

Mediante ese principio caótico de color que atraviesa el blanco inmaculado, que ordena de forma lógica sus elementos, como si de hormigas afanosas a una sola tarea constructiva se tratase, emerge, cual sombra del oscuro infinito del fondo, la figura, apenas visible en su espectro colorista. Una figura cargada de sensualidad y emociones, que hasta en lo más recóndito de su interior te transporta a su parte más humana.

Rompiendo el fondo, con su fuerza e ímpetu, eclosiona la pintura, abriéndose paso la parte vital, la que aporta el sentir y la sensibilidad del ser humano. Con esa ruptura, y esa fuerza, trato de transmitirte, que todos podemos resurgir, emerger y realizar nuestros sueños, aún cuando estemos inmersos dentro del más profundo estado del  caos.